La última ocasión que estuve en Madrid prometí volver para poder ver el musical Chicago, pero si además te lo traen a casa, qué mejor momento para disfrutarlo.
Chicago estaba encuadrado dentro de la programación de la Semana Grande de Cajamurcia 2010.
Debo confesar que sentía cierta curiosidad por ver desenvolverse a Carlos Lozano en un musical, desde que me enteré de su participación en Chicago surgieron serias dudas en mí sobre su capacidad en este género. Definitivamente todas mis dudas se disiparon y los peores presagios se cumplieron nada más verlo, mejor dicho oirlo, aparecer en escena.
Con una voz bastante cascada y desafinando de lo lindo en todas sus intervenciones, convirtió en un auténtico sufrimiento cada canción que interpretaba, por fortuna su personaje no era de los que más aparecía.
Escogido como reclamo por su popularidad, lo cierto es que no ha podido ser peor la elección, y más si recordamos que este papel lo encarnó anteriormente Manuel Bandera (en este caso las comparaciones más que odiosas, yo diría que son crueles). La notable diferencia de decibelios durante el saludo final a la conclusión de la obra entre los aplausos recibidos por Carlos Lozano y los cosechados por las protagonistas femeninas dictaron sentencia, una sentencia benévola de un público que hizo gala de una gran educación ya que el presentador reconvertido a actor-¿cantante? hubiera merecido algún silbido cuanto menos.
Por otra parte, resulta curiosa la integración de la orquesta en el desarrollo de la obra, constituyéndose tanto su director como los músicos en todo momento en un elemento más de la escena en sí.
Es de destacar el buen hacer de las dos protagonistas, en especial de Marta Ribera en el papel de Velma Kelly, que curiosamente ya vino a Murcia con "Cabaret" sustituyendo también a Natalia Millán.
El momento más brillante de la noche fue el del juicio, me pareció lo más chispeante de la historia.
Eché en falta algo de decorado, variedad de vestuario (los propios bailarines asumían distintos papeles sin cambio de vestuario alguno), una mayor utilización del escenario (las escenas se sucedían en un espacio muy reducido) y un protagonista masculino a la altura de las circunstancias. Cuando un musical se vale única y exclusivamente de las voces y coreografías de sus artistas, corre el riesgo de que el fallo de uno de sus elementos, (como en todo trabajo en grupo suele suceder), pueda llegar a arruinar la obra entera.
Para no ser extremadamente crítico con el conjunto del musical admitiré que un borrón no debe empañar dos horas de entretenimiento que, al fin y al cabo, es con lo que nos tendremos que conformar.
La verdad es que este genero (el musical ) no me ha llamado nunca mucho la atención, prefiero el teatro o un concierto, pero no ambas cosas. Quiza algun dia pruebe...
ResponderEliminarjajaja
ResponderEliminarCarlos Lozano = Un borrón
Algo sospechaba XD
Buf, el último musical que vi fue hace cuatro años... bueno, y la peli de Tim Burton. Tengo que ponerme al día ^^
A mi me encantan los musicales. Creo que los actores de este género demuestran una gran preparación interpretativa, musical y coreográfica. Da gusto ver un buen musical, siempre que el elenco esté a la altura.
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