Hay películas que necesitas digerirlas durante algún tiempo para llegar a apreciar por completo todos sus aspectos destacados. Largometrajes que al finalizar te dejan la sensación de haber visto una buena película, pero que no alcanzarás a comprender enteramente lo mucho que te ha gustado hasta que no transcurra un determinado periodo de tiempo en el que, casi sin desearlo, te vienen a la mente diferentes momentos o escenas, que evocándolas te hacen reflexionar sobre la calidad de la obra. Este sentimiento se acentúa cuando una vez procesadas una por una todas esas sensaciones, las compartes y las pones en común con otras personas que también han disfrutado de ella. Esta puesta en común es muy reconfortante y gratificante sobre todo cuando coincides en los planteamientos, resultando además muy enriquecedor el observar diferentes puntos de vista y cómo son destacados otros aspectos en los que no habías reparado inicialmente. De alguna manera entre todos reconstruimos la trama y en cierto modo volvemos a experimentar sensaciones similares a las que afloraron durante su visionado.
A mi juicio, en eso se basa el éxito de una película, en no pasar desapercibida, en no caer rápidamente en el olvido, además de conseguir que en un futuro, aunque nuestra memoria nos suela jugar malas pasadas, simplemente con oír su título, tengamos la sensación de que fue una buena película y que disfrutamos mucho con ella. En definitiva, que logre captar nuestra atención hasta el punto de que además de recomendarla a otras personas sintamos la necesidad de compartir nuestra experiencia con aquellos que ya la hayan visto.
De todo esto me ha hecho reflexionar "El secreto de sus ojos" largometraje argentino con participación española galardonado con la estatuilla a la mejor película de habla no inglesa en la pasada edición de los Oscars 2010.
De la película que cada uno saque sus propias conclusiones, yo me quedo con los recuerdos que me han inspirado para escribir esta entrada: con la entrañable, fiel e inquebrantable relación de amistad, llevada hasta sus últimas consecuencias, del protagonista con su compañero de trabajo, personaje que encarna el actor Guillermo Francella, el cual nos brinda tanto los momentos más divertidos de la historia (sus insólitas parrafadas cada vez que contesta al teléfono en el juzgado), como los más dramáticos (la triste historia de su vida, una vida empapada en alcohol y salpicada por continuos problemas conyugales..., y otros que no quisiera adelantar). Me quedo también con la latente y emotiva historia de amor entre los personajes que interpretan Ricardo Darín y Soledad Villamil, y con escenas que quedarán grabadas en mi recuerdo, como toda la secuencia desarrollada dentro de un estadio de fútbol con el enfervorecido público de un país que vive su auténtico deporte rey con desgarrada pasión...., o como la magnífica escena del interrogatorio. Dos pequeñas joyas para enmarcar que no son más que una muestra palpable del merecimiento del Oscar cosechado.
Para finalizar os dejo la excelente sinopsis de la película extraída de su página web oficial:
"Benjamín Espósito acaba de jubilarse después de una vida entera como empleado en un Juzgado Penal. Tiene un sueño largamente postergado: escribir una novela. Para narrarla no puede inventar nada, al contrario: contará una historia real de la que ha sido testigo y protagonista, en la lejana Argentina del año 1974: la historia de un asesinato y de la búsqueda y el hallazgo del culpable.
Pero en esa Argentina turbulenta, que se adentra sin remedio en una larga noche de violencia y de muerte, el crimen, la justicia, la política, y la venganza son vientos demasiado poderosos como para que los personajes puedan escapar a esas fuerzas.
Espósito no escribe porque sí. Aunque le cueste reconocerlo, escribe para una mujer de la que está calladamente enamorado desde hace demasiado tiempo. Una mujer que ha compartido con él esa historia.
Pero las cosas resultan mucho menos sencillas que lo que Espósito ha querido imaginar: el ejercicio de la memoria no solo ilumina el pasado. También echa una luz descarnada sobre Espósito y su acto de memoria: sus acciones, sus decisiones, sus irreparables equivocaciones.
Los recuerdos no son una mansa superficie sobre la que yace la verdad para que Espósito la recoja. Son caminos oscuros y sinuosos. Y la verdad que se oculta detrás de ellos es mucho menos sencilla que lo que Espósito ha imaginado.
Sin embargo sabe que tendrá que persistir hasta el final: para entender lo que ocurrió, para comprenderse a sí mismo, y para enfrentarse de una vez por todas a esa mujer que ama."
Os recuerdo que tenemos un grupo de facebook llamado "Hablemos de cine" al que os podéis unir todos aquellos que os guste el cine y queráis compartir cualquier cosa sobre el séptimo arte.
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