He de confesar que cuando me meto en mi coche me transformo, entro en otro mundo.
En el mundo real no soy para nada agresivo y me considero honesta y modestamente una persona con una cierta educación. Pero es entrar en mi coche y me sumerjo en un mundo "virtual" en el que me acechan multitud de enemigos irreconciliables cabalgando en sus vehículos asesinos.
No lo puedo evitar y a los 5 minutos (a veces mucho antes) de poner en marcha mi macchina, (me encanta como llaman los italianos a los coches), asumo mi papel de macarra justiciero y siento un deseo irrefrenable de increpar a todo aquel que comete una infracción u osa aproximarse a menos de 1 metro de mí.
Para defenderme en esta dura batalla, tengo mis recursos. Mi mejor arma es el claxon, es infalible, produce una reacción automática e impulsiva en mis rivales, los desconcierta, les duele y los hace todavía más agresivos. También utilizo otras armas como las luces, los gritos o los insultos, aunque éstos no tienen tanta efectividad como el claxon, no sé, será porque lo hago con las ventanillas cerradas...
Cuando estoy "pilotando" nadie me puede vencer, me siento poderoso.
Pero hay sucesos que me hacen recapacitar y no querer volver nunca más a ese otro mundo.
El otro día, en el parking exterior de Carrefour de Torrevieja-city, ciudad sin ley, se me plantó delante con su vehículo uno de estos enemigos, sin señalizar ni nada se detuvo, y no me permitía doblar hacia la izquierda en un cruce de calles.
Claro, que no contaba con que yo estaba ahí, siempre alerta, en guardia...
Inmediatamente hice uso de mis armas, primero las luces, repetidamente eso sí, y viendo que no surtía efecto pasé al plan B, el claxon. Nada, ni se inmutaba, tipo duro, sin duda. Solamente me quedaba recurrir a la pataleta, así que me puse a su altura (ocupando el carril del sentido contrario, no me dejó otra opción) y le dije indignado que por qué no se quitaba, que no se podía plantar así sin más tan cerca de un cruce de calles y además sin señalizar. A lo que él contestó:
No pude reprimir esbozar una leve sonrisa, ¿tira por ahí?, ¿te conviene?, ¿pero qué se ha creído este "ser"? ¿tendrá un arma infalible escondida?. Él siguió insistiendo cada vez más irritado:
- No me hagas bajar del coche. ¿Quieres de verdad, que me baje del coche?.
¡Dios mío!, ¡era un ser todopoderoso!, ¡no había visto tanta seguridad acumulada en alguien desde que vi "El sargento de hierro"!.
A lo que yo respondí con un gesto con la mano (como diciendo: mira como tiemblo...) y utilicé mi arma secreta, "EL ACELERADOR", mientras sus gritos se oían cada vez más lejanos...
Y es que ya se sabe, más vale una retirada a tiempo....
P.D.: Lo de este energúmeno no tiene nombre, dudo que el montarse en su vehículo éste ejerciera una influencia mágica sobre su comportamiento y le hiciera parecer un auténtico camorrista sin escrúpulos. Yo creo que lo era...
ELEGIDA POR VOSOTROS COMO MEJOR ENTRADA DEL MES DE MARZO DE MI BLOG
Como dice el slogan: estolosolucionamosentretodos...
ResponderEliminarTe quedas con la matricula y llamas a todos tus amigos, vamos y le reventamos el coche. Y sin que tenga que salir de el...jejejejXD
Claro, la unión hace la fuerza.
ResponderEliminarAyer volví al lugar de los hechos y me vi en una situación un poco embarazosa, porque al ir a por mi coche, no podía entrar puesto que el de al lado había aparcado el suyo invadiendo mi plaza. Resulta que el hombre estaba dentro, pero como están las cosas como están, me daba apuro decirle nada. Menos mal que por inspiración divina me preguntó ¿quieres que quite el coche? y yo pensé ¡Gracias Dios mío!
ResponderEliminarYo creo que esto es como los juegos de rol: cada cual en su coche tiene armas más o menos poderosas, armas con las que cree que podrá derrotar a los demás en cualquier lance.
ResponderEliminarHace tiempo se me ocurrió inventar un dispositivo capaz de traducir los insultos del conductor a letras que se pudiesen visualizar en la luneta trasera, de forma que el arma "insultos" tuviese mayor impacto en el adversario. Sin embargo, alguien me dijo: ¿incrementaría eso la seguridad global?. Lo cierto es que no.
Un buen arma es un buen seguro y el codigo de circulación. Lo del seguro es porque no siempre las normas comunmente aceptadas son las que indica el codigo de circulación. Ante esto, se abren varios debates de que hacer en estos casos: ¿seguir lo que la gente dicta o lo que la ley dicta?¿y cuando el codigo no es lo suficientemente explicito?
Lo bueno del arma "codigo" es que te puede servir incluso contra agentes de la autoridad de los que se exceden en sus funciones (que tambien los hay). Lo malo: tropezarte con el macarrilla del Carrefour. El "codigo" seria como los monjes del warcraft: es un arma muy buena si tienes bastante tiempo para utilizarla.
Mmmmm, interesante, podríamos patentar tu invento, o simplemente bajar la ventanilla....
ResponderEliminarEstimado tocayo: Interesante su entrada, es la realidad, y lo peor, que muchos no lo reconocen, aunque usted sí, y veo que siente orgulloso de su actitud. Cambie por favor, está a tiempo, muchas gracias por su comentario.
ResponderEliminarSi a todos nos gusta ser educados, ¿Por qué ser maleducados vialmente?
Cuando nos ponemos al volante nos transformamos, sale esa persona oculta que se manifiesta a través de la carretera, sale lo peor de nosotros. El tráfico lleva hasta el límite nuestro estrés, y lo pagamos con los demás. Por momentos nos convertimos en delincuentes viales. Pero no ocurre lo mismo cuando vamos caminando. Si alguien se cruza o incluso nos da un pisotón, espontáneamente pedimos perdón mutuamente, que curioso; al volante hacemos lo contrario, nos enfadamos y no perdonamos el error ajeno, accionamos el claxon e incluso aceleramos para impedir "que se nos cuelen".
Esta actitud no es amiga de la carretera. Son muchas las muertes por esta causa, y bastaría con cambiar de actitud por parte de los conductores.