VIAJE A BÉLGICA (II). AMBERES y BRUJAS

AMBERES 

De la ciudad de los diamantes a orillas del río Escalda me gustaría destacar ante todo el gran ambiente que se respiraba por sus calles, su sorprendente belleza y el pequeño caos circulatorio donde en reducidos espacios se mezclan ciclistas, coches y peatones.
Obviamos visitas a iglesias, museo del diamante (estamos en crisis) y el zoo, que aunque es uno de los más antiguos de Europa, no creo que sea uno de los principales atractivos de esta ciudad.

RECORRIDO

Nuestro recorrido comienza, como no podía ser de otra manera, en la Estación Central, pero esta vez aparte de punto de partida va a ser nuestra primera parada interesante del viaje por ser una obra de arte en sí y uno de los sitios recomendables para observar y dedicarle un tiempo.

Continuaremos hacia la Calle Meir, amplia zona peatonal (siempre con el permiso de las bicis), repleta de tiendas y locales de restauración que hace que el recorrido hacia la Grote Markt sea de lo más ameno.

La Casa-Museo de Rubens será nuestra siguiente parada, aunque su visita con audioguía puede llegar a hacerse un poco larga, sobre todo por el excesivo calor (definitivamente este país no está preparado para días calurosos).

Nada más salir de la casa de Rubens y retomando la C/ Meir nos encontramos con el Paleis op de Meir, (que fue propiedad de Napoleón), el cual puede ser visitado y en cuya parte de abajo alberga una elegante Brasserie y una tienda de chocolates que merece un vistazo tanto por la materia prima como por la decoración, resulta de lo más curioso ver su cocina abierta donde se puede observar como hacen los bombones.
Siguiendo con nuestro paseo llegamos a la Catedral de Nuestra Señora, realmente espectacular y con un gran ambiente en sus alrededores repletos de bares. Cobran 5€ por ver el interior, así que media vuelta para dirigirnos a la Grote Markt: con el Ayuntamiento, la imponente fuente de Brabo, que representa al célebre héroe local al dar muerte al gigante Antigoon, y por último los típicos edificios de los Gremios que nos los encontraremos en todas las plazas principales de las ciudades.
Un sitio digno de ver y de disfrutar es un bar situado en una calle lateral junto a la Catedral llamado Het Elfde Gebod, repleto de imágenes de santos y vírgenes con mesas antiguas de madera para degustar la cerveza típica de la ciudad la De Koninck. Cuatro cervezas y dos platos de aperitivos calientes variados (calamares a la romana, muslitos de pollo, rollitos, croquetas…) alrededor de 30€. .

Un paseo con sus correspondientes fotos cerca del río Escalda, y una visita por fuera al Castillo de Steen que alberga un museo de la música (el de la marina lo habían trasladado), completaron un día que nos resultó redondo, puesto que, como suele pasar, cuando no te creas grandes expectativas sobre una cosa, al final te puede sorprender gratamente..

BRUJAS

RECORRIDO

Nuestro recorrido por esta bonita ciudad comienza desde la misma estación de tren, ya que tendremos que caminar poco para encontrarnos con la zona de El Lago del Amor (Minewater), que junto con el Beaterio y sus alrededores, constituyen un remanso de paz dentro del hervidero turístico que supone Brujas.

Desde allí, el camino hacia el centro histórico se encuentra constantemente salpicado de chocolaterías, tiendas de souvenirs, y de restaurantes de todo tipo, haciendo de Brujas, a mi juicio, una de las ciudades de este país más orientada al turismo.

El exterior de La Iglesia de Nuestra Señora, cuya visita sólo una parte es gratuita, (para ver la madonna de Miguel Angel hay que pagar) y los Jardines del Palacio de Gruuthuse, se erigen en grandes candidatas a ser escenario de las mejores fotos de nuestra visita.

Entre foto y foto y abrumados por el “ordenado” tráfico caótico, donde peatones, ciclistas, coches de caballos, autobuses y automóviles conviven incomprensiblemente, llegamos a la plaza Markt, que nos sorprende primero por sus grandes dimensiones (sensiblemente más amplia que la Grand Place bruselense) y después por su belleza: Palacio del Gobierno Provincial, Beffroi, las casas de los Gremios y un gran ambientazo. Podemos aprovechar y comer aquí, ya que la oferta culinaria es numerosísima, os recomiendo probar los mejillones, con sus correspondientes patatas fritas, uno de los platos estrella de la gastronomía belga.

Con el estómago lleno, nos dirigimos a la plaza Burg, más pequeña que la anterior, que alberga dos joyas como la Basílica de la Santa Sangre (donde, si deseas, podrás guardar religiosamente una larga cola para venerar una reliquia de la sangre de Cristo) y el Ayuntamiento, (cuyo impresionante salón gótico se puede visitar con audioguía por 2€).

Es de destacar también la Catedral de San Salvador, aunque era prácticamente inaccesible por... las obras, que se constituirán en nuestras compañeras de viaje por varias de las ciudades a visitar.

Reservo para el final la que es, sin duda, la actividad imprescindible en esta ciudad y que nunca olvidaréis: el paseo en barca por los canales (6€, media hora), que poco tiene que envidiar al de Venecia y que nos ofrecerá un punto de vista único e irrepetible de esta ciudad de cuento de hadas invadida por los humanos.